Tuesday, December 19, 2017

“Eloy” por Hugo Seleme - ilustración digital: Andrés Casciani

“Eloy”

Por Hugo Seleme  
Ilustración digital: Andrés Casciani

“Para todos era el artista de barrio Colón, aunque sólo había alcanzado a ser el maestro de dibujo de nuestro colegio. Seguramente en algún pasado aristocrático había aprendido bellas artes,y algunos de sus cuadros colgaban de las paredes de las familias menos pobres. Caminaba con un bastón, aunque no lo precisaba,como un signo de distinción. Vestía un traje eterno que lo había acompañado durante mucho tiempo. Eloy era parte de nuestro paisaje, siempre cortés y erguido, con su bolsa de compras llevaba a cabo una rutina invariable: carnicería, verdulería y panadería.

Eloy no tenía familia, sólo vivía en compañía de sus gatos a quienes cuidaba y quería como si fuesen hijos, así que cuando se jubiló, en el acto de despedida, sólo hubo maestros y alumnos.

Eloy estaba exultante. Tal vez porque a su costado artístico le gustaba este modesto reconocimiento público. Tal vez porque ahora, liberado de la lucha por el sustento, finalmente tendría tiempo para pintar.

Durante algún tiempo Eloy siguió golpeando con su bastón nuestras calles, repartiendo saludos y cumplidos. Quizás porque, azotados por la inflación y el ajuste, todos corríamos sumando y restando precios, nadie advirtió que, aunque caminaba, su rutina invariable había cambiado y ya no se lo veía por la carnicería o la verdulería. Un día no se lo vio más. Cuando entraron a su casa, encontraron a sus gatos cuidando su sueño sin vida. Eloy había muerto de hambre, olvido y dignidad. Durante los últimos días sólo sus gatos habían comido. Quizás no pudo ver sufrir a los únicos seres queridos que le quedaban y prefirió su hambre al de ellos.

Hoy otros jubilados, como Eloy, ven como la inflación les corroe los bolsillos y el ajuste infinito e insensato les quita hasta los remedios que los mantienen sanos o vivos. Un gobierno indecente, que impúdicamente condona deudas millonarias a familiares y favorece los grandes negocios de amigos, se ensaña con los débiles. Resistírsele no implica sólo denunciar y oponerse a sus políticas perversas, sino también auxiliar a quienes son sus víctimas. La próxima vez que se encuentre con algún anciano, aunque no lo conozca, tómese un tiempo para hablar y preguntarle si necesita algo. Como tienen dignidad no suelen pedir, pero eso no nos releva de nuestra obligación de dar. Cuando la maldad y la injusticia invaden las instituciones públicas, la mejor resistencia es un acto de bondad”.

. Texto e ilustración publicados en el libro "Bitácora del Naufragio - En la Tormenta Neoliberal" (Editorial Brujas, Córdoba - septiembre 2017).

http://andrescasciani.com/

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